sábado, 5 de octubre de 2013

Las Rozas - Manzanares - Colmenarejo - Las Rozas

La salida de hoy era de esas que, en teoría y en terminología ciclista, se denomina de transición. No participaba "ninguno de los nuestros", por lo que esperábamos una ruta tranquila que simplemente sumase kilómetros a la estadística del Excel, quitarle a Vangelsin el liderato y disfrutar de un día de sol y buena temperatura. La realidad sería muy diferente.

Concurrimos 6 Cantibikers, Curro, Berni, Nacho, Esteban, Juan Carlos y el que suscribe, Isidoro. Con algo de retraso sobre el horario previsto arrancamos desde el puente de la A6 hacia Hoyo. Durante los primeros kilómetros, se podría decir que hasta los cuarteles de Hoyo, no íbamos sólo seis, éramos 8. Cristina y Mamen iban empujando virtualmente a sus respectivos que ya desde el primer minuto empezaron a hacer de liebres presionados por un reloj que les obligaba a estar de vuelta en casa antes de las 10.30h

La primera decisión de Juan Carlos es subir por el camino que va junto a la pared del Pardo, o sea, cruzar el arroyo. Él y Curro se lanzan confiados a cruzar sobre la bici el arroyuelo y, como no podía ser de otra manera después de dos días de tormentas, subestiman la profundidad del mismo y meten los pies en el agua hasta casi la rodilla. Tal vez conscientes de que su salida no sería larga, lo afrontan sin muchas lamentaciones. El resto, haciendo algún equilibrio, cruzamos sobre las piedras sin incidencias, aunque Nacho da un paso de bailarina con un mete-saca tan rápido del pie en el agua que no da tiempo a mojarse.

Sin mas sobresaltos que aguantar el ritmo impuesto por los que tenían que fichar, llegamos a los cuarteles de Hoyo en un pis-pas lijándonos por el camino a algún dominguero, para disfrute de los vampiros. Ya en los cuarteles, Curro y Juan Carlos nos abandonan y nosotros seguimos camino hacia Manzanares.

El testigo de las liebres fichadoras lo toman Berni y, sobre todo Esteban, a quién su Virginia le empieza a meter alguna presión psicológica. Con un paquete estirado pero sin diferencias significativas, nos plantamos en el pilón, donde hacemos una breve parada y decidimos seguir a Manzanares. Hacemos la bajada hasta Manzanares a buen ritmo y pasamos por la entrada a la Pedriza a toda máquina. Casi sin querer llegamos a Becerril, donde paramos poco más de 5 minutos para avituallar. A este ritmo batimos el record de esta ruta!!

Ya repostados, salimos rápidamente en dirección a Collado y con la mente puesta en esa puñetera trialera de pedruscos en la que las personas sensatas echamos el pie a tierra. Pero ese no será el caso de Berni ni de Nacho, quienes alentados por sus nuevas monturas ya nos van anticipando que esta vez se la pasan montados, sí o sí. Por más que hago alguna referencia a su condición de padres de familia responsables y lo innecesario de demostrar nada, llegamos al punto negro de esta ruta con la adrenalina inundando hasta el último rincón de nuestros cerebros.  Nos encontramos subiendo por ese punto un grupo de ciclistas (ellos y ellas) que a Esteban y a mi nos permiten bajar ese tramo andando y en agradable conversación entremezclados con los domingueros, mientras Berni y Nacho, como vitorinos en toriles, aguardan en lo alto a que pase la marabunta. Mientras esperamos abajo, aprovecho nuevamente a intentar disuadirles, pero ya es demasiado tarde, están ciegos y sólo ven las piedras y la trazada perfecta. Les grito que no lo intenten, que se van a matar, pero nada. Como el Virginiano y Bonanza aguardan en sus monturas a que pase el último dominguero. Ante lo infructuoso de nuestras recomendaciones, no nos queda más remedio que esperar el desenlace y Esteban, en un reflejo de reportero de guerra, decide grabar el descenso (ojo al video). El primero en lanzarse es Berni, que describe una buena trazada pero al que interrumpe en su intento un nuevo dominguero que se nos cuela subiendo. Es posible que lo hubiera conseguido, pero termina obligado a echar el pie a tierra. Tras él, Nacho, quien resoplando y enfebrecido arranca en su intento. Con los huevos de un toro pero la técnica de un pato, pasa las primeras piedras pero llegando al primer escalón serio, clava el freno delantero y da un salto hacia a delante describiendo un perfecto escorzo que le hace aterrizar con la cabeza entre varias piedras de gran tamaño. Queda inerte, boca arriba, y con una extraña sonrisa que por unos instantes nos hace pensar que se ha ido al otro barrio. Por suerte, después de unos segundos eternos, consigue musitar un "tranquilos, estoy bien" y en ese momento me dan ganas de meterle una patada en la entrepierna del susto.

Conseguimos levantarlo y tras las chanzas de este tipo de circunstancias, reiniciamos camino hacia Colmenarejo. Nacho, según avanza el camino y se va enfriando, empieza a sentir los dolores del piñazo y decidimos rebajar el ritmo para no sufrir más de lo necesario. Finalmente en Colmenarejo, decidimos descolgarnos de Berni y Esteban que tiran hacia el Carrefour a intentar llegar a casa sin mayores problemas con sus parientas.

A un ritmo algo más lento pero sostenido, terminamos cubriendo el resto de la ruta hasta casa.

Buena salida salvo por el susto de Nachete (espero no vuelva a pasar) y la constatación de que Berni y Esteban, van muy fuertes.

Videos.



Berni bajando

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