lunes, 6 de abril de 2015

CRÓNICA DE LOS “7 MAGNÍFICOS” EN EL CAMINO DE SANTIAGO:


CAPÍTULO V: RIBADESELLA – GIJÓN (84 kms. Y 1.805 mts. De desnivel)

Al levantarnos en el albergue de Ribadesella flipamos todos en colores ya que el panorama era “progre total”, algo para lo que un cantibiker no está preparado (baños mixtos, tíos y gachises en bolas por las duchas y cagaderos….). Una vez adaptados al entorno nos lavamos la cara y los sobaquillos y nos vamos a desayunar para después volver tranquilamente dando un paseo con la intención de eliminar peso corporal. Como si de una entrada en boxes se tratara Valladares y un servidor nos ponemos a ello cuando de repente oigo un chillido de chica seguido de una súplica pidiendo papel “palculito”; nuestro querido amigo había tenido un fallo en la estrategia y me veo obligado a pasarle un cachito por arriba; este me replica que es poco y le doy un trozo más grande; esta vez queda conforme. Después de esta agradable anécdota bajamos al encuentro de los compañeros para coger las bicis y proseguir nuestro viaje.

Nos hacemos unas fotos en el paseo marítimo del lugar y partimos a través de caminos playeros que incluían reventones tipo Rio Chico, lo cual siempre viene bien a primera hora. Una vez pasados dichos reventones la ruta fue bastante cómoda hasta Caravia, donde nos paramos a Redesayunar en una terracita frente al mar.

Una vez terminados los bocatas nos ponemos de nuevo en marcha a trote cochinero, cuando de repente, en un tramo de carretera, un grupo de Yayos en flacas que también estaban haciendo el camino nos adelantan, esto despierta los instintos más básicos de nuestro presi que enseguida pone a su guardia pretoriana a trabajar para darles caza; Rodríguez se pone en cabeza a tirar y como el resto somos veletas le seguimos a toda hostia, la persecución se culmina con una lijada, seguida de una maniobra de evasión digna de la patrulla águila por el primer camino que encontramos a la derecha (efecto bomba de humo). De esta manera el orgullo del grupo queda intacto ya que eliminamos cualquier posibilidad de una réplica por parte de los yayos.

Esperamos agazapados en una calle escondida del pueblo un tiempo prudencial para no volver a encontrárnoslos y proseguimos ruta; Lo primero que nos encontramos es un puertaco del 10, que corta de raíz las chanzas y el cachondeo del grupo tras la “lijada cobarde”. Una vez solventado el obstáculo y por indicaciones de Esteban que para esto tiene un instinto innato, bajamos (bajada traicionera de 5 kms.) a la Playa España, una cala espectacular con un chiringuito (IPANEMA) a la altura del paisaje en el que dimos buena cuenta de unas excelentes hamburguesas regadas con sangría de cava y servidas por una estupenda y quedona camarera con tatuaje en trasero incluido. Tras la sobremesa comenzamos a subir la antes bajada; ahora cuesta, de 5 kms. Javier sube como una exhalación gracias al chupito de hierbas que se había pimplado hasta que a mitad de cuesta pega el petardazo. Rodríguez y Valladares, tirando de galones y experiencia se enganchan a un camión que pasaba en ese momento y les remolca hacia arriba dando una lijada Berni y a Esteban que subían tranquilamente hablando a golpe de riñón.

Una vez coronamos todo el grupo nos ponemos en marcha de nuevo y al poco rato divisamos Gijón desde un alto y nos lanzamos en busca de Gallu que ya nos esperaba en el hotel; Nos organizamos para lavar la ropa en casa de Diego y luego nos fuimos a dar un baño a la playa donde tenemos que sujetar entre varios a Víctor para que no se tire de golpe al agua. Los únicos que nos bañamos fuimos: Rodríguez, Esteban, Berni y un servidor; las chicas no se atrevieron.

Tras el baño nos vamos al hotel para ducharnos e ir a cenar el cachopo más grande que jamás habíamos visto en la “Sidrería El Carmen” por la que aparece el primo del Presi con un pedazo de empanada espectacular.

Después de la opípara cena, Gallu insiste en ir a tomar un chupito pero nos hacemos los suecos y nos vamos a dormir. A Javier le toca dormir con Diego ……..NO DIGO MÁS.

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