viernes, 11 de noviembre de 2016

Etapa 3 Camino de la plata 2016.

Fontiveros - Cubo de Tierra de Vino
 
El embrujo de nuestros dulces lechos nos impidió partir antes de las 10 am, y dada la distancia planificada por nuestro tour operador, Víctor, para el día, 117 km, las sospechas de que otra vez nos cazaría la noche nos acompañarían durante el camino, por algo el Cantibiker es un animal de costumbres.
 
Y hablando de costumbres Cantibiker, aquella de que cada aberroncho lleva un gps en la cabeza, nos hace iniciar la ruta de un modo algo disperso, sin encontrar muy bien la orientación, vamos como pollo sin cabeza, hasta que nos reagrupamos a la salida del pueblo, y unimos nuestras trayectorias hacia un mismo destino. Rumbo que transcurre paralelo a la Autovía de la Plata, cruzándola en numerosas ocasiones hasta llegar al pueblo fantasma de "Manceda de Abajo", dónde, continuando con la costumbre, nos disponemos a localizar el bar de la plaza, gracias a Rodríguez (profesional de la hostelería..., para que quiere alguien el último modelo de Garmin, si no es para localizar garitos), donde nos dispusimos a re-desayunar un amplio surtido de canapés variados. Sin saber cómo ni de dónde, de repente, en un abrir y cerrar de ojos, la parroquia comenzó a animarse con lo más granado de las juventudes lugareñas, para delirio de Nacho "el de Segovia", denominación de origen con la que se presentó en sociedad.

Así pues, aprovechamos "la fresca" para proseguir nuestra ruta hasta el siguiente pueblo, La Turra, donde arribamos disfrutando de unos agradables 46 grados, lo que nos obligó, sin premeditación ni alevosía, a buscar refugio en la única posada del pueblo, una "bucólica" nave acondicionada a modo de bar, en la que la temperatura solo rondaba unos "gélidos" 38 grados.

Una vez regulados nuestros niveles hídricos..., ponemos rumbo a Salamanca por Luna Pequeña, donde las condiciones meteorológicas mejoraron considerablemente, permitiéndonos participar de unos de los momentos de la jornada: una recta de unos 6km, con una ligera brisa en contra, a 41 grados centígrados...., donde va a parar!!!

La entrada en Salamanca se realiza sorprendentemente de forma agrupada, liderados por nuestros guías Víctor y Estévez, que juraron conocer la cuidad como la palma de su mano... Al parecer, el último PGOU, plan general de ordenación urbana, supuso tal reestructuración que tuvieron que parar a preguntar en varias ocasiones como llegar a la Plaza Mayor.... Una vez ubicados, fotos de rigor (nuevamente hicimos "luz de gas" a Rodríguez, en su afán por encaramarnos a cualquier escenario..., que persistencia la de esta criatura) y parada y fonda a deleitarnos con una obligada, a la par que merecida opípara comida, acompañada del tradicional  tiramisu pajarero que acaba con Estévez explorando los territorios de Morfeo..., incluso sin navegador!!

A los 200 metros de arrancar, detectamos un olor que, de no ser porque por segundos, volvimos a recordar que nuestro Camino era en bici, hubiéramos jurado que se nos había quemado la junta de alguna culata, pero no..., era el cogote de Nacho!!! Ipso facto, la manada se ve obligada a detenerse para que el "ayuda de cámara" Estévez, solvente la incidencia, procediendo a "darle cremita"...

Una vez que conseguimos reanudar la marcha, encarrilando al rebaño por la buena senda, se produciría uno de los hechos relevantes del viaje, que marcaría el devenir de las próximas etapas, sobre todo para algunos: Berni sufre la rotura de uno de sus radios (de la rueda, no del brazo, aunque por su rostro, pura réplica de la "dama de Elche", dudamos sobre qué le habría dolido más), acontecimiento imprevisible teniendo en cuenta la certificación de calidad ISO 9016, que exige a todo el material que le acompaña en sus "desafíos extremos". Es desde este momento cuando pasa de ser Maverick a simplemente "un mic en la cola", al que acabaron adelantando hasta ciclistas modelo "b'twin", y calcetín blanco. Como  Dios aprieta, pero no ahoga, pasó a viajar en "bussines", con porteador incluido: Víctor, gran deportista y mejor persona

Así las cosas, y a punto de alcanzar El Cubo de Tierra de Vino, Juan Carlos intenta tener su momento de gloria, lanzándose en un ataque sorpresa a meta, mal planificado y peor ejecutado, ya que no contaba con el despertar de la garrapata agazapada, que hasta ese momento juraríamos que estaba hibernando, pero que desplegó sus mejores armas de ciclista para acabar fulminando por centímetros el osado sprinter; Javi, pensábamos que seguías viendo a Ana Rosa....

Estévez, aún no habiendo disputado este sprint final, se deshidrato por empatía, obligándonos a activar los gps en busca de algún dispensador de coca cola, es decir, bar.

Tras reponer fuerzas, nos dirigimos al alojamiento más singular de toda la travesía: la humildad del lugar era inversamente proporcional a la exquisitez de la atención del matrimonio que lo regentaba, que nos agasajo como si fuéramos los últimos peregrinos sobre la faz de la tierra. Allí conocimos a Patrick, el "noveno pasajero" de la familia Cantibiker, con quien tuvimos el placer de disfrutar esa noche. 
 
 
PD: Una cena merecedora de, al menos, una estrella Michelin, maridada con EL VINO (nunca unas mayúsculas estuvieron más acertadas).
PD1: Un gran viajero llamado Patrick. 
PD2: La naturalidad fisiológica de Nacho.
PD3: La talla de Estevez versus la talla de su cama (definitivamente, el tamaño sí importa).
PD4: Cuando un kill paff pasado de fecha se confunde con armamento químico, que lavar la ropa frotando sobre una piedra sea de lo más "vintage".
 

 

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