CUBOS DE TIERRA DE VINO – TÁBARA (107 KMS – 806 MTS. DESNIVEL).
A pesar del kill-puff en mal estado, que provocó a lo largo de toda la noche tenues ráfagas de olores con variopintos matices y de haber estado con las ventanas abiertas a cal y canto tras el coñazo dado por Víctor, amanecimos descansados y con buenas sensaciones de cara a la ruta que nos esperaba, aunque un poco tristes ya que el Presi se tendría que ausentar durante un par de días de nuestra aventura y existía cierta preocupación por miedo a luchas internas por el vacío de poder.
Tras comprobar que el eyaculador enmascarado no había actuado tampoco esa noche, nos dispusimos a apretarnos un desayuno de bandera que nuestro querido anfitrión Filiberto nos había preparado. Poco a poco fuimos saliendo de nuestros aposentos para sentarnos alrededor de la mesa, cada uno con su estilo….había gente que salía totalmente vestido, por ejemplo Rodríguez, otros salían con su bañarcillo (prenda que causaría furor a lo largo del camino y que terminó siendo solicitada por varios miembros del grupo), como por ejemplo Estévez; Otros salían en casi en pelotas y rascándose los güevos, como por ejemplo Nacho; Pero esa mañana todos estábamos pendientes de si aparecería “La Dama de Elche” o Jesulín; finalmente fue una mezcla entre los dos; Berni apareció con la sonrisa forzada de Jesulín y las ensaimadas laterales de La Dama de Elche; y es que todavía acusaba el duro golpe del día anterior.
Una vez estuvimos todos sentados, incluso Patrick (el alemán errante), realizamos un vídeo para felicitar el cumpleaños a nuestro querido Raúl (baja importante de última hora de la que costó recuperarse anímicamente).
Tras terminar de desayunar, nos ponemos en marcha hacia Zamora por carretera para reparar el radio de la rueda de la “todavía dama de Elche”. Creo que fueron unos 30 kms. aproximadamente de sube-bajas en los que Nacho ejecutó a la perfección la técnica de la goma llegando a ser esta hasta de un kilometro. Cuando ya avistábamos la ciudad en el horizonte a Estévez se le ocurre pinchar en el arcén de la autovía (existe documento gráfico del pinchazo), pero rápidamente Berni, que a medida que nos acercábamos a Zamora se parecía más a Jesulín, lo solventó en 15 minutos.
Una vez en la ciudad Berni se tuvo que ir a “Deportes Lastra”; tienda un poco más especializada para reparar su radio, donde le trataron de lujo. Al igual que al resto de los Cantibikers que nos quedamos en “Bicis Duero” donde su dueño Daniel, con una paciencia infinita solventó todos los problemas técnicos que tuvimos, ajustando cambios, cambiando cubiertas,… etc.. Por cierto, aprovechando que todavía había síntomas del “semitueste torrefacto natural” del día anterior presente en Estévez y provocadosin duda alguna por un tiramisú en mal estado, algún cabrón le metió en sus alforjas un bote de desengrasante que pesaba un huevo.
Reanudamos la ruta atravesando la ciudad para salir a paisajes esteparios con caminos de tierra rojiza y bastante guijarro pequeño que endurecería este tramo de la ruta, además el termómetro empezaba a subir lo que nos obligó a hacer una breve parada de refrigerio en Montamarta para luego continuar hasta Grajal de Moreruela, donde se pactó entre todos los componentes que el primero en llegar al pueblo tenía que ser el Presi, cosa que le alegró mucho hasta que viendo que faltando unos escasos 500 metros para llegar al pueblo allí no aflojaba ni Dios y no había atisbos de querer hacerlo por lo se vio obligado a darnos un sutil toque de atención que llegó a nuestros corazones a través de nuestros oídos y que finalmente hizo recapacitara la tropa para que esta se parase a peinarle, colocarle bien el maillot y unos palos sujetándole la espalda que le daban una posición más erguida y marcial (algo parecido a lo que hicieron con el Cid en Valencia pero con un par de pulsaciones más), y es que nada podía fallar ya que Ana Y Elvira nos esperaban en el restaurante “La trucha” para comer y llevarse al Presi de vuelta a Madrid.
Comimos estupendamente y en muy buena compañía, y aunque nadie quería ver al Presi marchar tuvimos que darle un abrazo de despedida y ponernos en marcha con unos confortables 41 grados a la sombra (todo el mundo sabe que la temperatura ideal para un cantibiker se encuentra entre los 35 y 45 grados y lo que esté por debajo tiene riesgo de helada).
Caminos muy duros, con piedra suelta, reventones….vamos lo ideal para después de comer. A medida que avanzábamos se podía apreciar que el paisaje iba cambiando y la aridez que nos había acompañado desde el principio se transformaba poco a poco en verdor. Al finalizar este tramo de caminos fuimos a parar a un pantano, el cual nos detuvimos a observar y sacarnos algunas fotillos; lástima que no tuviera embarcadero porque nos hubiésemos dado un chapuzón de buena gana.
Tras el respiro nos toca subir un puerto de unos 8 ó 9 kmspor carretera en el que Nacho pincha y Juanqui aprovecha para hacer el caniche; los demás fuimos tirando tranquilos hasta coronar el puerto y encarar la parte final de la ruta a través de tramos rápidos de carretera donde Javier, gracias a la generosidad de Víctor pudo merendar pincho moruno, pechuga de pollo y algo del famoso bonito de Grajal de Moreruela, cuando ya no quiso más se puso delante para guiarnos a través de caminos llanos pero con piedra suelta hasta nuestra ansiada Tábara.
Somos recibidos con alegría por parte del personal de hotel al grito de “Esto no está incluido en el precio, tenéis que pagarlo a parte”…repitiéndolo como 5 ó 6 veces ante la mirada pérdida de Nacho que debido a su estado no entendía nada.
Tras agradecer dicho recibimiento nos duchamos y bajamos a cenar donde tuvimos la suerte de que la “maravillosa y simpática Heydi Klum de Tábara” nos sirviera. Después nos fuimos a dar una vuelta por el pueblo, que era feo de cojones y a la cama con el miedo en el cuerpo ante un repentino ataque del eyaculador enmascarado.