EQUIPO DE GLADIADORES: Juan Carlos, Víctor, Javier, Julián, Berni, Rodríguez, Esteban, Juanjo, Raúl y Estévez.
GLADIADOR NO PRESENCIAL: Nacho.
Un año más los miembros más viriles de los Cantibikers nos dispusimos afrontar de manera valiente, lo que para algunos era ya nuestra 4º participación en el Soplao. Como todos los años y cumpliendo estrictamente con el ritual nos reunimos la mañana anterior para desayunar (esta vez en el novo leo´s) con el fin de hacer equipo y terminar de definir la estrategia de carrera.
Excepto Rodríguez que no pudo por motivos de trabajo y Juanjo porque no le dejó Vivi, el resto cumplimos con la tradición del desayuno; Incluidos Pedro y Nacho…este último con cara de circunstancias ya que se había borrado de la convocatoria dos días antes pero quiso estar con nosotros para explicarnos los motivos, que al final se redujeron a que tenía una comunión por lo que todos intuimos que debía haberle pedido consejo a Pelayo para armar la tan sofisticada excusa. También nos estuvo relatando sus peripecias en compañía de Julián en la ruta del pasado domingo pero, extrañamente, se le olvidó decirnos que se habían vuelto en tren desde Villalba; menos mal que Julián lo rajó todo en la furgoneta.
Tras el desayuno nos dirigimos todos a casa de Víctor a organizar la carga y la intendencia y de paso a hacer caca; entre unas cosas y otras nos entretuvimos un rato y partimos con algo de retraso.
En la furgoneta íbamos Víctor, Julián, Javier, Juanjo y Estévez mientras que Esteban, Juanqui, Raúl y Berni iban en el “coche de las potas” y ya desde el principio con las caras descompuestas. Durante el trayecto hacia nuestra primera parada en Alar del Rey, solamente resaltar un par de anécdotas: La primera es que tuvimos que atarles las manos a Javier para evitar que encargase de nuevo una paella y la segunda los interminables gomazos que Esteban iba ejecutando a la perfección con el “coche de las potas”.
Como buenos Cantibikers lo primero que hicimos al llegar al restaurante fue mofarnos de la “no entrega” a Berni de la taza del Excel ya que el capo organizador no se encontraba, lo que provocó en nuestro amigo un cabreo mudo disimulado por una mueca retorcida que pretendía ser una sonrisa. Tras las chanzas nos sentamos a comer solamente con la preocupación de, una vez terminados el primer y segundo plato, ser los primeros en pedir la tarta de queso. Ya en los cafés surgió lo inevitable siempre que salimos de Las Rozas y la gente nos reconoce y es que una chica se quiso hacer una foto con nosotros para mandársela a su padre lo que aprovechó Esteban para aplicar el “procedimiento caniche-pulpo”, colocando a la chavala en su regazo.
Proseguimos viaje hasta Cabezón y al llegar nos percatamos enseguida que hay más gente que años anteriores. De camino hacia los dorsales nos vuelven a reconocer un par de chavales que nos demandan una foto con ellos, nos armamos de paciencia, nos hacemos el reportaje y por fin podemos llegar a la recogida de dorsales; toda va bien hasta que toca recoger el de Rodríguez, resulta que no estaba en los listados por lo que vamos a la caseta de incidencias; resulta que el pájaro había utilizado un gusano para entrar por la puerta trasera de la web ya que se apuntó fuera de plazo.
Con todos los dorsales en la mano realizamos el ritual de todos los años consistente en el reportaje fotográfico por el pueblo, lo que dio lugar a que nos encontrásemos con la prima de Javier a la que hicimos toda clase de preguntas sobre la posible climatología el día de la carrera, lo cual no hizo sino arrojar aún más dudas sobre la indumentaria llevar durante la prueba.
Tras el concienzudo análisis nos fuimos, como todos los años a “Lupa” para comprar el desayuno y unos “tenaladys” para Berni y Esteban. Tras la compra llegamos al camping en el que al dueño se le iluminó la cara cuando reconoció a Julián, al que con lágrimas en los ojos pidió los carnés de todos; tras las últimas creaciones con DNI´s, allí no soltó el carné ni Dios, ni siquiera ante la amenaza de aviso a la benemérita por lo que creo que finalmente se tuvieron que conformar con el de Julián y otro más.
Una vez instalados en los bungalós, nos dispusimos a colocar los dorsales en las bicis y a darles el último repaso para seguidamente bajar hasta el “pájaro amarillo” a dar una vuelta; ya de regreso y a poco tiempo de encarar la cena, llegó Rodríguez con su moto en formato “Click deFamóvil”, tras reanimarle y peinarle nos dirigimos al restaurante del camping donde, ahora si, se le hizo entrega a Berni de la Taza del Excel: Con lágrimas en los ojos por la emotividad de la ceremonia nos fuimos a dormir, ya que al día siguiente la hora de levantarse se fijó en la 05:15hrs.
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