lunes, 27 de mayo de 2013

Canto del Pico



Canto del Pico

Esta salida se planteó inicialmente como una trankiruta que sirviera para recoger a todos los Cantibikers que, debido a la dureza de las rutas de entrenamiento previas al Soplao, habíamos ido dejando por el camino. Contamos con Pedro, Jandro y Ricardo, que sustituyeron en esta ocasión a Berni, Raúl, Juan Carlos, Julián y Víctor, que se quedaron esta vez en casita, dedicados a sus familias*. Subimos con ellos desde Las Matas hasta los cuarteles de Hoyo, desde donde decidieron volverse a casa prontito junto a (Super-)Nacho. Los otros cinco restantes, Isidoro, Oscar R., Oscar E., Curro y Javier alargamos un poquito la ruta rodeando Hoyo por el Norte y saliendo en dirección hacia La Berzosa.

Cuando enfilábamos la trialera que debía llevarnos hacia la charca de los batracios, Curro sugirió que nos acercásemos hasta la finca del Canto del Pico, la antigua residencia de verano de Francisco Franco. La verdad es que no fue muy complicado llegar hasta allí porque su posición en lo alto de un cerro la convierten en una referencia clara. El acceso a la finca lo hicimos saltando un murete, aunque una vez dentro pudimos comprobar que, cerca de allí, el muro de de cerramiento de la finca presentaba algunas aperturas que nos habrían facilitado la entrada.

Una vez dentro, visitamos las dos edificaciones abandonadas que componen el conjunto. En la más pequeña se podía entrar, algo que no resultaba posible en el edificio principal, con todos sus accesos tapiados y protegidos por alambre de espino. Aprovechamos el magnífico sol que hacía esa mañana primaveral para hacernos fotos, relajarnos un rato y comernos el bocata de lomo que había traído Estévez y que tuvo el detalle de compartir con los demás.

A la salida seguimos el camino que llevaba hasta la puerta principal de la finca, en donde un guarda gitano de tamaño king-size nos indicó "amablemente" que nuestra excursión por esa propiedad privada no sería bien vista por su patrón y que la idea de repetirla podría no ser conveniente para nuestra integridad física. Así que ya sabemos que si algún día decidimos volver, es conveniente evitarle y salir por el mismo sitio por el que entramos.

La puerta principal de la finca está en la carretera de Hoyo a Torrelodones, justo a la altura de la pista que tomamos en nuestra vuelta habitual, tras el tramo de carretera que hacemos para cruzar desde la charca de los batracios hacia el Alto del Vigía. Así pues, tomamos esa pista y nos volvimos tranquilamente a casa por los Peñascales, completando una ruta muy agradecida de unos 45kms en poco más de tres horas y media, algo que fue estupendamente acogido por nuestras mujeres, acostumbradas a vernos llegar sucios, cansados y mucho más tarde.


* El caso de Víctor es algo peculiar. Su dedicación a la familia se combinaba con la gestión de una ligera resaca de gintonics.



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